miércoles, 24 de octubre de 2007

Mártires: ciudad sobre el monte


Mártires: ciudad sobre el monte

Queridos Hermanos y amigos: paz y bien.

Jesús se atrevió a llamar dichosos a quienes sufren las lágrimas, el hambre, la asechanza... haciendo de su llanto un canto sereno, vistiendo sus penurias de galas inimaginables, saciando sin empacho el corazón, y suscitando en la persecución acorraladora peregrinos de la eternidad que ya nadie ni nada detendría. ¿Cómo es posible semejante trueque y trastoque? ¿cuál es el secreto por el que una maldita malaventuranza se convierte en bienaventuranza bendita? Son las paradojas de Dios.

Nunca lo entenderán quienes no caminan por los caminos que Dios frecuenta, quienes calculan la crispación y usan de la mentira, quienes malmeten, calumnian e insidian, los camaradas de la oscuridad tenebrosa que no aman ni la luz ni la vida. Pero, este domingo 28 de octubre en la Plaza de San Pedro (Roma) se relata una historia paradójica: la bienaventuranza de la vida que sobrevivió para siempre jamás a la muerte maldita. 498 hermanos nuestros serán beatificados como mártires. que entre los años 1934 a 1939 fueron víctimas de una terrible confusión, una persecución enloquecida, una represión que en nombre de la libertad se trocó en liberticida.

Su delito fue la fe abrazada, la vocación vivida, el testimonio cristiano en todas las vías. No se les encontró en sus hábitos y ropas un carné de partido, ni armas defensivas, ni odio en su mirada, ni siquiera una resistencia legítima. Eran sacerdotes, frailes, monjas, seminaristas y un puñado de seglares. Sencillamente habían encontrado a Dios en sus vidas, escucharon el susurro de su llamada y dijeron un sí grande a lo que en la Iglesia el Señor les proponía.

Con estas beatificaciones no vamos a relatar el escarnio de mofa y befa que sufrieron antes de morir, no queremos reconstruir aquel terrible escenario, ni siquiera pronunciaremos el nombre de los verdugos, sus enseñas y sus siglas. Nada de eso constituye nuestra memoria histórica. Nuestro recuerdo es paradójicamente mucho más subversivo, porque no nace del resentimiento ni pretende reescribir la historia para imponer el olvido. No esgrime la provocación que no pretendemos sino que busca el reconocimiento que nos abre a la gratitud y reconciliación que en estos mártires aprendemos. La impresionante paradoja de que en el paredón del odio de ellos no salió queja alguna, que murieron amando a Dios testimoniando así su belleza, y como hizo el Maestro, mirando a quienes no sabían lo que hacían, imploraban a Dios para ellos el perdón y la clemencia.

Como hemos dicho los obispos en nuestro mensaje con motivo de la beatificación de estos mártires, “el martirio es el signo más auténtico de la Iglesia de Jesucristo: una Iglesia formada por hombres, frágiles y pecadores, pero que saben dar testimonio de su fe vigorosa y de su amor incondicional a Jesucristo, anteponiéndolo incluso a la propia vida. Dado que los mártires son personas de todos los ámbitos sociales, que han pasado su existencia haciendo el bien y que han sufrido y han muerto renunciando a salvar su vida y perdonando a quienes los maltratan, nos sitúan ante una realidad que supera lo humano y que nos invita a reconocer la fuerza y la gracia de Dios actuando en la debilidad de la historia humana”.

En medio de tantos callejones sin salida, de tantos absurdos y heridas, aparecen estos hermanos nuestros que siendo víctimas del odio mortal por su fe confesada y vivida, representan para nosotros un reclamo de perdón, de reconciliación, de vivencia cristiana audaz y sencilla. Son como una ciudad sobre el monte, el testimonio elocuente del verdadero amor y en el candelero de nuestro tiempo la luz más encendida.

Recibid mi afecto y mi bendición.

+ Jesús Sanz Montes, ofm

Obispo de Huesca y de Jaca

28.10.2007

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Luis Fernando:
Me parece estupendo que publiques esta carta del señor obispo de Huesca y Jaca pero no deberías ponerlo como si fuese una intervención suya en tu blog sino que deberías hacer un comentario propio y después añadir la carta del señor obispo. Una cosa es su carta y la página oficial en la que está y otra que tú uses su imagen y su carta en tu blog pues parecería que él mismo ha escrito la carta para alojarla aquí. No creo que esté bien dar esa sensación, máxime cuando en otros comentarios tuyos criticas asuntos un tanto peliagudos. Un saludo afectuoso

Luis Fernando Pérez dijo...

Bueno, hago exactamente lo mismo que venía haciendo en el blog de Religión Digital. Cuando copio algo de un obispo, casi siempre lo dejo como tal y si tengo que comentar algo lo hago en la zona de comentarios.

Por otra parte, mi obispo siempre me ha agradecido el que copie sus cartas en mi blog o en el blog Palabra de Obispo, también de Religión Digital.

En cualquier caso, gracias por los consejos.

Bruno dijo...

Estupendo artículo de Mons. Sanz. He puesto un vínculo desde mi blog, porque merece verdaderamente la pena.

Un saludo y mucho ánimo.

Carmen Bellver dijo...

Bueno, esperemos que una vez pasado el 28 de Octubre, las aguas vuelvan a su cauce. Y dejen de echarnos en cara que celebremos la memoria de los mártires.

Anónimo dijo...

Antes los "rojos" nos masacraban. Ahora los "azules" nos insultan y nos tachan de infieles al Evangelio (ejemplo: este blog). Nosotros, los religiosos y religiosas, a lo nuestro: dar la vida por Cristo, por quien lo hemos dejado todo. Él es nuestra única esperanza.