sábado, 27 de octubre de 2007

Fiesta para la mayoría, no para los amargados


Mañana la Iglesia española estará de fiesta. Recordará su fidelidad a Cristo en los momentos más críticos de su historia. Recordará que merece la pena llegar a dar todo por nuestro Señor, incluída la vida, antes que renegar de Él. Pues bien, lo que debería ser motivo de gozo para todo el que lleve el nombre de cristiano y el apellido de católico, es motivo de amargura, de crítica y de ácido rencor para ese sector eclesial que hace tiempo que juega una partida que, a pesar de sus pretensiones, no tiene nada que ver ni con los pobres, ni con los desheredados, ni con el pueblo de Dios, ni con nada de nada.

Los Enrique de Castro, Hilari Raguer, Quintín González, comunidades de base, atrios y demás farándula son antes siervos de la izquierda política que de Cristo y su Iglesia. Odian a Franco no porque fuera un dictador que nos gobernó durante casi cuarenta años,sino porque fue él quien impidió que España cayera en manos de sus hermanos de sangre espirituales y políticos. Estos que exigen hoy a la Iglesia que pida perdón por la represión franquista son los que quieren negar la condición de mártires a los que en verdad lo son. Son los que no son capaces de exigir a la izquierda mundial que pida perdón por los más de cien millones de muertos que produjo en el siglo XX. Son los que se abrazan como perros falderos a los pies de Castro, los que han prostituido el evangelio con una teología de la liberación que estaba, y está, al servicio de la antigua komitern y el actual movimiento de antiglobalización, bajo el que se ampara todos los grupúsculos anti-sistemas habidos y por haber.

Estos que reniegan de la Iglesia que sobrevivió a la persecución más grande habida en la historia del cristianismo en este país, son una pieza clave en el mundillo político-cultural radical-izquierdista que encabeza Zapatero en su intento por erradicar el cristianismo del alma de una España que odian. Digo que la odian porque en verdad es así. Saben que el nombre de España no puede ser separado de la Cruz de Cristo, no puede ser separado de su condición de tierra de María, no puede ser separado de su alma católica. Y como ellos odian a Cristo, a su Madre y a su Iglesia, entonces odian a España.

Estas flores del mal a las que neciamente se permite seguir envenenado el aire del campo de la Iglesia harán todo el daño que puedan, pero no nos van a robar aquello que Dios nos ha regalado. No nos van a impedir disfrutar de esa fiesta de la fe que llevará a los altares y a nuestros corazones a cada uno de esos hombres y mujeres que derramaron su sangre para que el cristianismo pueda seguir vivo hoy en nuestra patria. De su ejemplo, de su coraje y de su testimonio de gracia y perdón sacaremos fuerzas para enfrentarnos a los que hoy, con una estrategia diferente, quieren lograr el mismo objetivo que buscaban los que les asesinaron. No pasarón entonces. No pasarán ahora.

Luis Fernando Pérez Bustamante.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Los amargados son apóstatas. Estos días últimos he escuchado que no hubo ningún caso de apostasía entre quienes fueron víctimas de la persecución religiosa en España en el siglo XX. Habría que matizar: en la persecución religiosa de la República anti-católica y del primer año de la Guerra Civil no hubo apóstatas. Pero después sí: ha habido mucha renegación de la Cruz y de la doctrina y la moral de Cristo, sobre todo tras el Concilio Vaticano II. Que los mártires nos libren de caer en la apostasía y la amargura.

Anónimo dijo...

Entre la gente que odia a la Iglesia y reniega de ella aun siendo su casa y toda la demás que no se informa, ni busca la verdad y se conforma con cualquier tópico tales como "la Iglesia está volviendo a los tiempos de antes del concilio, conservadores y obsoletos" o "este papa es un retrógado" o como dijo una compañera de trabajo "este es un papa de transición" (frase muy escuchada durante su elección) y similares, la evangelización se está poniendo muy difícil. Y siendo jóven aun más. A veces es como estar en medio del desierto. Menos mal que Cristo dijo "...y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella". Recemos para que Él envíe su espíritu de sabiduria y fortaleza.

Anónimo dijo...

Luis Fernando: la persecución religiosa de la II República fue, según muchos estudiosos, no sólo la más cruenta de la Historia de España, sino la más cruenta de la Historia de toda la Iglesia. Más aún que las persecuciones sufridas bajo el Imperio Romano y la Revolución Francesa.

Luis Fernando Pérez dijo...

Hermengildo, como ha recordado el padre Martínez Camino en varias entrevistas durante la semana pasada, entre Stalin y Lenin mataron a cerca de cien mil sacerdotes ortodoxos.
O sea, en la URSS fue peor la cosa. Lo cual nos da una idea de lo que habría pasado acá si hubieran ganado los comunistas.

Carmen Bellver dijo...

Ya está hecho. Beatificación solemne y palabras que llaman a la reconciliación.

Roguemos a los mártires que intercedan por todos nosotros: Para que los católicos acomplejados, dejen sus temores en casa y salgan a la luz con las ideas claras.
Para que sepan trasmitir en su hogar la semilla de Cristo.
Para que confiesen sin tapujos que ellos no son del mundo.
Para......lo que cada uno decida pedir.

rojobilbao dijo...

Luis Fernando confío en que este blog sea doble y "las palabras" de obispo sean aquí reflejadas de vez en cuando.

Anónimo dijo...

Que los nuevos beatos intercedan por España, que buena falta nos hace.
ricardo barcelona.

Anónimo dijo...

Como siempre, de acuerdo contigo.
¡Qué alegría pertenecer a la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica! Hoy, más que nunca, A. M. D. G.

Anónimo dijo...

La inmensa mayoría de los mártires fueron religiosos. Ahora nos "disparan" desde otras trincheras. No importa, seguiremos dando la vida, de golpe o poco a poco, por Cristo a quien amamos. Somos necios para tanto sabio.

Anónimo dijo...

Estias fatos